El burnout es un problema que surgió por primera vez en los campos de la atención y los servicios humanos, como la atención de la salud, la salud mental, los servicios sociales, el sistema de justicia penal, las profesiones religiosas, el asesoramiento y la educación (Maslach 1982).
Todas estas carreras tienen un enfoque en brindar ayuda y servicio a quienes lo necesitan, en otras palabras, el aspecto principal del trabajo es la relación entre el que da y el que recibe. Este aspecto interpersonal del trabajo hizo que el burnout no se estudiara inicialmente como una respuesta individual al estrés, sino desde una perspectiva transaccional, en relación con las relaciones existentes de una persona en el trabajo.
Además, en este entorno interpersonal se presta atención a los sentimientos de la persona, así como a la motivación y los valores de trabajar con el destinatario. La relación terapéutica o de servicio que un familiar o prestador de servicios establece con un receptor requiere un contacto personal y afectivo constante e intenso. Si bien tales relaciones pueden ser satisfactorias y complacientes, también pueden ser muy estresantes. Las normas que prevalecen en estas profesiones se limitan al sacrificio personal y anteponen las necesidades de los demás; trabajar muchas horas y hacer todo lo posible para ayudar a los clientes, pacientes o estudiantes; hacer un esfuerzo adicional y darlo todo. Además, el ambiente organizacional de estos trabajos se ve afectado por varios factores sociales, políticos y económicos, como recortes de fondos o restricciones políticas, lo que da como resultado un ambiente laboral de alta demanda y bajos recursos. C. (2009). Comprendiendo el burnout. Cienc Trab, 11(32), 37-43.
Belén González Saiz, psicóloga en prevención de riesgos laborales.