En la actualidad el estrés en el trabajo es una de las principales consecuencias negativas de la exposición a riesgos psicosociales.
El burnout, también conocido como el síndrome del trabajador quemado, se caracteriza por el agotamiento físico y emocional, siendo esta la primera señal de alarma. Este síndrome se manifiesta con una sensación de fatiga crónica, falta de energía y una disminución notable en la eficiencia laboral. Los trabajadores pueden experimentar desconexión y cinismo hacia su trabajo, transformando lo que alguna vez fue pasión por su labor en desapego y apatía. Además, el burnout conlleva una disminución del rendimiento laboral, donde los errores se vuelven más frecuentes. El desarrollo del burnout es un proceso complejo que involucra factores ambientales tanto internos como externos.
Los enfermeros en particular se enfrentan a grandes niveles de estrés relacionados con su trabajo. En España enfrentan una alta sobrecarga laboral, caracterizada por turnos largos, trabajo nocturno y jornadas extendidas debido a la falta de personal. Además, los turnos rotativos, que implican cambios constantes entre turnos de día, tarde y noche, pueden alterar los ritmos circadianos y afectar la salud de los profesionales.
El entorno de trabajo de los enfermeros está cargado de alto estrés emocional, ya que están en contacto constante con el sufrimiento de los pacientes, lo que puede llevar a un desgaste emocional significativo. La responsabilidad y toma de decisiones cruciales para el cuidado de los pacientes aumenta la presión sobre estos profesionales, contribuyendo al desarrollo del burnout.
El esfuerzo y dedicación de los enfermeros no siempre se valora adecuadamente, lo que genera un bajo reconocimiento y puede causar desmotivación. Además, los salarios y condiciones laborales no siempre son proporcionales a la responsabilidad y la carga de trabajo, lo que puede resultar insuficiente y contribuir al sentimiento de agotamiento.
La falta de recursos en muchos centros sanitarios obliga a los enfermeros a trabajar con recursos limitados, dificultando la prestación de una atención adecuada y fomentando el estrés durante la jornada laboral.
El papel del psicólogo para prevenir el burnout comienza con una investigación exhaustiva para identificar los factores que contribuyen al desarrollo de síntomas, lo que permite desarrollar estrategias y soluciones adecuadas. La terapia se enfoca en mejorar la salud mediante el desarrollo de competencias y habilidades, además de facilitar el trabajo en equipo.
En la prevención individual, se subraya que el agotamiento resulta de la responsabilidad y del manejo inadecuado del estrés. Un objetivo clave es fomentar un alto nivel de autoconocimiento para protegerse del burnout, permitiendo reconocer fuentes de estrés, estados emocionales y posibles prejuicios.
La flexibilidad, apertura y sensibilidad son características que favorecen la adopción de estrategias adaptativas. La reestructuración cognitiva es una técnica que refuerza estas disposiciones, reduciendo la probabilidad de agotamiento y síntomas depresivos, los cuales también ayudan a que cometan errores en su profesión.
El asesoramiento también se centra en ajustar expectativas laborales a la realidad y en promover buenos hábitos de sueño, lo cual es crucial para evitar la fatiga y el agotamiento, especialmente en contextos de turnos prolongados. Además, la reorganización de prioridades, el aprendizaje de habilidades de gestión del tiempo y la incorporación de actividades relajantes son estrategias clave para mejorar el bienestar.
La actividad física regular se destaca por sus beneficios tanto físicos como psicológicos, mejorando incluso la calidad del sueño. Un enfoque de vida activa implica aprovechar oportunidades para moverse y gastar energía en la vida diaria, adaptándose fácilmente a rutinas ocupadas.
El psicólogo puede ayudar a los clientes a mapear su red social, identificando fuentes de apoyo y enseñando comunicación asertiva. También se menciona el rol de la meditación en la reducción del estrés, sugiriendo su incorporación en el asesoramiento.
Dada la complejidad del estrés en los enfermeros, un enfoque único es insuficiente para reducir su nivel de estrés. La detección temprana del burnout y las discusiones en equipo son fundamentales, proporcionando un espacio para abordar tanto problemas profesionales como relacionales en el entorno laboral.
Alba Minaya Mena, Estudiante Psicología Clínica.
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Es un problema colectivo que puede afectar a cualquier trabajador, independientemente de su posición. Además de afectar a la salud física y mental, está demostrado que influye en el rendimiento. Según datos de Eurostat, el estrés es el segundo problema de salud más frecuente entre los trabajadores.