Se ha hablado mucho a lo largo del tiempo de las enfermedades y las personas que las sufren, concretamente en enfermedades crónicas y neurodegenerativas. Estas situaciones conllevan muchos cambios en la vida de la persona que la padece y en su entorno ya que requiere una adaptación constante a las nuevas limitaciones que van surgiendo durante la enfermedad.
Ya que la mayoría de la literatura ha hablado de la persona enferma y sus circunstancias, en este artículo nos centraremos en otro factor importante que del que no se habla tanto, el rol del cuidador.
¿Y quién es el cuidador?
Se trata de la persona principal encargada de los cuidados de la persona enferma, generalmente suele ser un familiar cercano. Este rol puede conllevar consecuencias más leves o más graves a la persona en función de las circunstancias de la enfermedad y el propio estilo de afrontamiento de la persona.
Los cuidadores son un sector de la población vulnerable de sufrir altos niveles de estrés y ansiedad, bajo estado de ánimo… y el famoso síndrome de burnout, el cual se da cuando cae la gran mayoría o toda la responsabilidad de la situación en una sola persona.
Es necesario que el cuidador reparta la responsabilidad de cuidar de la persona enferma, y no sólo con el equipo encargado del tratamiento de la persona (médicos, enfermeros, fisioterapeutas, psicólogos…) sino con otra persona que se encargue de todas las tareas que conlleva el cuidado de alguien en el día a día.
Pero a la vez, hablemos de otro sector importante del que se ha empezado a hablar desde la pandemia, que es el sector sanitario, las profesiones de este ámbito van muy encaminadas al cuidado de personas y favorecimiento del bienestar de estas. Profesiones como enfermeros, médicos, auxiliares… son un sector que está muchas horas al día al cuidado de una gran cantidad de personas, por lo que les hace susceptibles de sufrir las consecuencias del rol del cuidador llegando a sentirse estresados, sin ánimos, y con una alta prevalencia del síndrome de burnout comentado anteriormente.
Y claro, evidentemente, el agradecimiento a esa labor es algo importantísimo, pero también hace falta tener en cuenta que este sector puede necesitar ayuda de vez en cuando y se deben respetar los límites suyos y propios.
¿Cómo cuidarse a uno mismo y a los demás?
Intentar sacar tiempo de autocuidado: hacer cosas que nos hagan disfrutar, hacer caso de nuestras necesidades, escuchar al cuerpo… Es importante intentar tenerlo presente en el día a día, identificar las señales de cansancio y respetarlas, tomarnos nuestros tiempos de descanso en serio y desconectar, llevar una buena alimentación y horarios de sueño regulares.
Desde fuera, si vemos que una persona que está al cuidado de otra está más cansada o decaída, podemos estar más pendientes. Tampoco hace falta que la persona muestre signos de no estar bien para que podamos prestar nuestra ayuda a la hora de llevar la tarea, esta responsabilidad es menos dura si es compartida. A veces es tan simple como preguntar ¿necesitas algo? ¿Cómo te puedo ayudar?
Y siempre está la opción de si nos vemos sobrepasados por la situación, buscar ayuda de un profesional que nos pueda guiar a la hora de cuidarnos.
María Gómez, Psicóloga General Sanitaria.