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¡Menos mal que el verano finalmente ha llegado! O no. 

Cuando detrás del rechazo al verano no hay un odio al verano sino al rechazo ajeno

La salud mental es una necesidad que recientemente ha comenzado a ganar reconocimiento y ahora está en boca de todos. El término salud mental, equiparándolo al bienestar físico, se refiere al bienestar psicológico de una persona.

Uno de los ámbitos de nuestra salud mental al que debe dar especial importancia en verano, sobretodo en personas con ciertas variables de riesgo, es la satisfacción corporal. La insatisfacción corporal se suele intensificar durante el verano, periodo en el que nuestro cuerpo se ve más expuesto (utilizamos ropa que cubre menos, acudimos a entorno donde se favorece la exposición sin ropa, como las playas o piscinas) y el peso de las expectativas sociales sobre la apariencia física se hace más evidente. Es fácil imaginar lo difícil que es este periodo del año para personas que están experimentando cambios físicos, como ocurre en la adolescencia, o para aquellas que no encajan en los estándares de la sociedad de «cuerpos esbeltos». Esto incluye a personas con sobrepeso u obesidad y también a quienes, a pesar de tener un peso normativo, no cumplen con los estrictos ideales de delgadez

La insatisfacción corporal entendida como las emociones asociadas a la imagen física y la relación con el propio cuerpo (con frecuencia desde la crítica, la ocultación u otras conductas cuya función sea evitar el rechazo) está influida en gran parte por aspectos sociales y culturales. Aprendemos a odiar nuestro cuerpo.

Quizá detrás de la insatisfacción corporal no está el rechazo propio, sino el miedo al rechazo ajeno.

Tenerle miedo al verano

Como cualquier aspecto psicológico, la forma en que percibimos nuestro cuerpo no se desarrolla en el vacío, sino que está influenciada por nuestro entorno social y otras variables de nuestro contexto, por ejemplo, la edad (los cambios en la adolescencia.…). Aunque la insatisfacción corporal es multifactorial, el entorno social moldea nuestra percepción sobre nosotros mismos y nuestro cuerpo, es decir, el entorno social hace que nos veamos de una manera u otra y que aceptemos o rechacemos ciertas características corporales. Las personas estamos expuestas, lo deseemos o no, a los principios del aprendizaje. Aprendemos a asociar situaciones con respuestas emocionales y a conectar unos estímulos con otros de forma automática. En el ámbito físico esto es importante ya que hay ciertas características que no están sujetas a nuestro control ni son fácilmente modificables y que van a despertar una respuesta emocional u otra en función de la aceptación que haya de las mismas a nivel social pero también a nivel personal.

Todo lo mencionado anteriormente (el juicio hacia el cuerpo, el rechazo social, los cánones de belleza…) junto a un periodo del año donde la exposición es mayor genera el contexto ideal para que este momento del año sea esperado con miedo por muchas personas.

Si una persona ha recibido comentarios críticos sobre su cuerpo es probable que anticipe malestar cada vez que se enfrenta al verano y evite esas situaciones en las que espera consecuencias negativas. Esto, conocido como condicionamiento clásico, no es un proceso voluntario, sino un mecanismo de aprendizaje básico que nos ayuda a adaptarnos. La crítica social hacia el cuerpo y la imagen ajena, en muchas ocasiones, limita las situaciones a las que las personas podemos exponernos con seguridad, ya que convierten una situación inicialmente neutra (o incluso apetecible, como es el verano) en una situación desafiante para aquellas personas a las que, en vez de seguridad, les puede generar inseguridad.

El rechazo al verano no es realmente un odio a este momento del año, sino al rechazo ajeno

La llegada del verano puede ir acompañada de rechazo y miedo en muchas personas que desearían sentirse mucho más seguras en esta época del año. Este rechazo rara vez es un odio a todo lo que supone este momento del año (de hecho, está asociado a aspectos valiosos, como vacaciones o el descanso) sino un miedo al rechazo ajeno. Teniendo en cuenta la mayor exposición corporal que supone el verano estas emociones desagradables hacia el propio cuerpo pueden intensificarse y estar presentes con mayor frecuencia. Para fomentar una buena salud mental, ahora reconocida como una necesidad vital, no debemos olvidar que ésta incluye la satisfacción corporal y que, en un contexto donde socialmente prima el rechazo, la aceptación propia se vuelve más difícil. Las críticas y los juicios sobre el cuerpo, aprendidos a través del condicionamiento social, pueden transformar el verano en una fuente de ansiedad para muchas personas.

La comparación social en espacios públicos (playas, chiringuitos…) está muy presente en esta época del año y el resultado de la misma (personas más delgadas, personas más guapas, personas más seguras, personas menos preocupadas por su físico…) puede suponer, para muchas personas, la confirmación de aquello que ven mal en sí mismas, lo que puede intensificar el malestar. Es cierto que nadie está libre de compararse socialmente con otros (las personas necesitamos de esa comparación para identificar dónde estamos con respecto a los demás) pero, si ya de por sí aceptar aquellos aspectos individuales que no nos satisfacen es complicado, esta comparación lo agrava. Por eso, la empatía juega aquí un papel fundamental para reducir el malestar que pueden llegar a suponer estas situaciones.

La publicidad también es una fuente de comparación durante todo el año pero, especialmente, en verano, y tiene un papel importante en la formación de percepciones sobre nuestro cuerpo. Es conocido por todos que la publicidad, aunque cada vez es más diversa, influye en la generación de unas expectativas sobre cómo debe ser nuestro físico, a menudo, muy autoexigentes. Aunque el objetivo no debería ser nunca que no exista publicidad (sabemos de la importancia de exponernos a este tipo de situaciones que generan malestar) sí debería exigirse que sea una publicidad realista y diversa, donde prime la aceptación y no el premio a un determinado tipo de cuerpo (porque sí, que expongan como imagen de una marca un tipo de cuerpo y no otro es premiar determinadas características físicas en detrimento de otras). Es muy complicado aceptarse a uno mismo cuando el entorno social lanza el mensaje de que solo vas a ser visible para los demás si cumples unos determinados estándares. No nos olvidemos que todos queremos ser vistos y aceptados por el entorno social.

Paula Tirso González, psicóloga sanitaria M-36555
Foto gracias a Vicko Mozara