Estamos en un momento donde la velocidad con la que ocurre todo es “ingestionable”, donde los cambios van tan rápido que la ambigüedad e incertidumbre invaden todo lo que nos rodea.
Ansiedad y fragilidad ocupan un rol protagonista en nuestras vidas y saber gestionar estos elementos nos hará sobrevivir y avanzar. ¿Por qué hablamos de Inteligencia Emocional?
En un contexto donde la tecnología es capaz de emular casi cualquier aspecto de nuestra vida, parece que el territorio Emocional es lo que aún nos diferencia. Entender cómo nos sentimos, qué provocamos en los demás, cómo manejarlo nos ayudará más que nunca.
Goleman no imaginaba en 1995 que cerca de tres décadas después su preocupación por explicar la capacidad de reconocer nuestros sentimientos propios y los ajenos, de motivarnos y de manejar bien nuestras emociones para nosotros mismos y con los que nos rodean sería tan relevante
Son muchos los que sabiendo el poder de este nuevo talismán lo incorporan a su jerga en el día a día, pero ¿son tantos aquellos que conocen el análisis que Goleman hizo y las herramientas que puede ofrecernos?
Adentrarse en entender la inteligencia emocional parte de comprender que está formada por cinco aptitudes o competencias básicas, divididas en personales y sociales: Y es que tan importante es todo lo relacionado con uno mismo como lo que ocurre cuando nos relacionamos con los demás.
¿Cuánto te conoces a ti mismo? La autoconciencia o autoconocimiento se centra en saber qué se sientes en cada momento y utilizar ese sentimiento para tomar nuestras decisiones. Conocer tus debilidades y tus fortalezas, dedicar tiempo en tu día a día para reflexionar cómo te has sentido en aquel momento, qué has aprendido que usarás la próxima vez, con qué no te has sentido bien.
¿Te gustaría no haberte comportado así? La autorregulación nos permite controlar nuestros sentimientos e impulsos, algo realmente importante en el ámbito laboral. Esta parte de controlar los momentos de ira o irritabilidad es indispensable para las relaciones interpersonales e impacta en la imagen que proyectamos a los demás.
¿Qué quieres conseguir y qué te empuja a perseguirlo? La Motivación: representa la orientación al logro sin importar los obstáculos. Nos permite tomar iniciativa, ser muy efectivos y crecernos frente a los contratiempos, controlando las frustraciones.
¿Te pones en sus zapatos? La Empatía nos ayuda a percibir lo que sienten los demás y ser capaces de entender las situaciones desde su perspectiva. Este conocimiento es lo que hace que las personas que nos rodean compartan sus inquietudes y se sientan escuchadas desde el plano verbal y emocional.
¿Le gusta a los demás pasar tiempo conmigo? Las Habilidades Sociales implican tener buena relación con los demás, algo que es imprescindible para una buena práctica laboral y en cualquier interacción. Habilidades que son necesarias para un buen liderazgo, popularidad y eficiencia interpersonal.
“Cuanto más complejo es el trabajo, más necesaria es la inteligencia emocional. Las emociones descontroladas pueden convertir al inteligente en estúpido”. Y la complejidad es trasversal a todo en el día a día, nuestro trabajo ya no es igual que antes, nuestros hijos se enfrentan a problemas que antes ni existían, las interacciones son a través de canales para los que no nos han entrenado… en definitiva, no es una opción no incorporar a nuestras prioridades entrenar nuestra capacidad para entender las emociones.
Escuchar nuestras emociones y las de los que nos rodean nos abre un camino hacia el bienestar personal y social. No renunciemos.
Nuria Llinares Germán (Coach, PNL, Liderazgo personal, Inteligencia emocional)
Fotografía gracias a Krakenimages en Unsplash